Y SIN EMBARGO TE QUIERO
Mark Shaw, 1950
Allí las Gracias la lavaron y ungieron con aceite inmortal, divino y sutil, que siempre estaba perfumado para ella; estas cosas embellecen aun más a las diosas eternas.
(Himno a Afrodita, frag.)
Frédéric Bazille, La Toilette
Para la SEDUCCIÓN, no solo hay que ser una DIOSA, sino también parecerlo. En los preparativos es importante la COSMÉTICA, el arte de la belleza, el equilibrio y el resplandor celeste.
Pintor Onésimo (Louvre)
El canto XIV de la Ilíada de HOMERO fue llamado por algunos editores antiguos EL ENGAÑO DE ZEUS. En él, la divina esposa, poniendo una excusa, se aparta de su marido para protagonizar el episodio conocido como
LA TOILETTE DE HERA
El verdadero objetivo de la SEDUCCIÓN debe de ser ayudar a los griegos en la Guerra de Troya, ya que sus bajas estaban siendo numerosas y los troyanos parecían llevar la palma en el combate.
La TOILETTE DE HERA es un acto previo a un combate, amoroso esta vez, por eso igual que los héroes varones que visten su armadura en las escenas épicas, ella también utilizará sus armas.
Héctor
En su habitación sellada, obra de su cojo hijo Hefesto comienzan los preparativos del momento femenino que más intriga despierta entre los hombres.
Tumba de Merit (Egipto)
¿Qué harán las mujeres tanto tiempo en el cuarto de baño ?
HERA se da un baño con ACEITE, el ungüento mágico que concede la inmortalidad.
“Primero, con ambrosía la seductora piel lavó de toda inmundicia”
Edgar Degas
A partir de aquí, la diosa se acicalará como una verdadera PRINCESA MICÉNICA.
Se peina y se trenza los bucles de la melena.
Tirinto
La propia Atenea le confeccionó un vestido con pliegues y bordados.
Cecil Beaton, Vestido “Delphos” de Mariano Fortuny
Sandalias, un cinturón para ajustar el talle, broches y un velo completan el atuendo.
Micenas
La diosa no se olvida de los pendientes con colgantes.
Pendiente micénico (Louvre)
El toque final será el mítico CEÑIDOR DE AFRODITA, que HERA pide a la diosa del amor.
“Dame ahora el amor y el deseo con el que a todos los inmortales y a las mortales gentes tú doblegas”
Francesco del Coscia (Palazzo Vecchio-Firenze)
“…y del pecho se desató el recamado ceñidor bordado, donde estaban fabricados todos sus hechizos: allí estaba el amor, allí el deseo, allí la amorosa conversación, la seducción que roba el juicio incluso a los muy cuerdos….”
Después de pedir al SUEÑO su ayuda, ofreciéndole ella sus prebendas, se produce el encuentro con ZEUS.
El dios se inflama de pasión y le declara su amor, no sin antes hacer un infografía de algunas de sus amantes y por tanto de sus traiciones:
“Nunca hasta ahora tan intenso deseo de diosa o de mujer me ha inundado el ánimo en el pecho hasta subyugarme”
John Barry, Júpiter y Juno en el monte Ida
ZEUS cubre con una nube el monte Ida para que nadie los descubra.
“….y estrechó a su esposa en los brazos. Bajo ellos la divina tierra hacía crecer blanda yerba, loto lleno de rocío, azafrán y jacinto espeso y mullido, que ascendía y los protegía del suelo. En este tapiz se tendieron, tapados con una nube bella, aúrea, que destilaba nítidas gotas de rocío.”
Annibale Carracci (Galleria Farnese, Roma)
El SUEÑO vuela hasta las naves de los griegos para decirles que el soberano de los dioses duerme profundamente en brazos de su esposa. Es su oportunidad.
El ODIO de HERA hacia los troyanos tiene raíces profundas.
Juicio de Paris
Todo el mundo sabe también el odio que tenía HERA hacia su esposo debido a sus infidelidades, pero ese día, por una buena causa, tragó bilis y a lo mejor se rindió. O no.
Y sin embargo te quiero
(Antonio Quintero – Rafael de León – Manuel Quiroga)
Me lo dijeron mil veces,
mas yo nunca quise poner atención.
Cuando vinieron los llantos
ya estabas muy dentro de mi corazón.
Te esperaba hasta muy tarde,
ningún reproche te hacía;
lo más que te preguntaba
era que si me querías.
Y, bajo tus besos,
en la madrugá,
sin que tú notaras la cruz de mi angustia
solía cantar:
Te quiero más que a mis ojos,
te quiero más que a mi vida,
más que al aire que respiro
y más que a la madre mía.
Que se me paren los pulsos
si te dejo de querer,
que las campanas me doblen
si te falto alguna vez.
Eres mi vida y mi muerte,
te lo juro, compañero;
no debía de quererte,
no debía de quererte
y sin embargo te quiero.
Vives con unas y con otras
y ná se te importa de mi soledad;
sabes que tienes un hijo
y ni el apellido le vienes a dar.
Llorando junto a la cuna
me dan las claras del día.
Mi niño no tiene padre
¡Qué pena de suerte mía!
Anda, rey de España,
vamos a dormir,
y, sin darme cuenta, en vez de la nana
yo le canto así:

Elliott Erwitt , Tate Gallery
CITAS: Homero, Ilíada (traducción de Emilio Crespo. Gredos, Madrid 1982)
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